Hacía tiempo que me había sacado de la cabeza las promesas de los documentales que hablaban sobre una África virgen e intocable. En cuanto a vida animal no había tenido nunca la oportunidad de sentirme en un sitio salvaje sobre mi bicicleta. Todo lo interesante se encontraba entre rejas o era imposible acceder sin pagar precios de «prefiero cavar mi propia tumba yo sólo».

Así de decepcionado (en este sentido) llegué a Tanzania y fue en este país donde recuperé la fe. Primero en Mikumi Game Reserve al cruzarlo en bicicleta. Después en el Lago Eyasy, con Colorado y donde tomé esta foto.